Thursday, August 26, 2021

La calle y el abismo.

 


La calle y el abismo: arte, política, deporte y crimen

Joaquín Ortega

 

Arte

 

El arte nos obliga a ver la realidad, por medio del lenguaje de los sueños. El arte emociona, problematiza, incomoda y termina siendo el mejor amigo de la provocación. Hoy lo bello parece quedar en segundo plano. Hay modas que nos hunden en el peor filón de la naturaleza y ante tanta acción primitiva, ni siquiera el más diestro de los artistas puede elevar lo grosero en propuesta civilizada.

 

Romper imágenes, derrumbar ídolos, dinamitar lugares sagrados requieren incluso de un espíritu fundacional que los criminales de éste show global ni pueden reconocer ni mucho menos ejecutar. Desde los talibanes hasta los Woke… desde los sicarios del lenguaje inclusivo hasta los grafiteros banales de América y Europa… desde la psicopatía que mutila al cuerpo humano hasta la maquinaria que extrae el oro para llenar antieconómicamente anaqueles con artículos, que bien podrían hacerse en suelo patrio….todos esos actores tienen algo en común: lo que los determina a pensar no es la palabra; es a la sazón, la suma de una pulsión sexual y de un baile. Ingenuos, en el fondo desconocen que para machacar la roca hay que tener estilo.

 

Política

 

No existe ninguna operación de dominación política que no haya estado antecedida por una estrategia de infiltración cultural y social, a su vez soportada en distintas capas de impregnación mística, simbólica y religiosa. Ritualistas en clave pagana, bajo el esquema de una casuística tribal renombran las viejas ánimas para hacerlas más cercanas, pero sobre todo más inmediatas y efímeras. El muerto notorio llevado a los altares intermedios tendrá la misma función del santo viejo, ahora con nuevo nombre de pila. El malandro de mañana soterrará al de hoy , así como el de ayer lo hizo con su competencia previa. El confesor cristiano es ahora un sacerdote paralelo, responsable ante una serie de diligencias y de trámites que forman parte de la correa de transmisión que se vale, a partes iguales de espionaje, corrupción, chantajes y socios con múltiples caras y fronteras. 

 

Deporte

 

Mi única hazaña deportiva consistió en dar un batazo que parecía un hit y terminó siendo un rollingcito al pitcher.  Por eso, como a cualquier hijo de vecina ver a un atleta en el campo concretar lo improbable me produce una realización ficticia, interior y contundente de que esa atrapada, ese gol o esa canasta es tan mía como del jugador triunfante. Todos admiramos la alianza de genio, mente y cuerpo ajenas como si fuésemos el puño de un gigante quebrando la quijada de un monstruo cruel y eterno.

 

Nunca está de más decir que nadie quiere exculpar, simplemente queremos entender. Cuando eres un atleta de alto desempeño tu cerebro está intoxicado de endorfinas, por lo tanto, solo piensas en la victoria y en gran medida en el aplauso posterior…en la gratificación al sobrevivir la batalla. Lo mismo aplica para los músicos y los artistas. Ser un atleta admirado, súper pagado, mimado y complacido te convierte inevitablemente en un Rockstar.

 

Cuando estás arriba en un momento de notoriedad audiovisual, cinematográfica, televisiva o radial sucumbes al Hybris. El ego te come y eres más grande que la grandeza misma. Por eso, caer es inevitable.

 

Cuando entras a una organización deportiva o musical las normas de las logias se establecen sin hacerse explicitas. Estás dentro de una fraternidad en donde las bromas pesadas son parte de un ritual y diluirlas hacia los nuevos o hacia los que te sometieron a ciertas burlas son parte de la compensación del largo camino hasta la aceptación del grupo.  

 

Volvamos: nadie quiere exculpar, simplemente queremos entender.

 

Omar Vizquel es el triunfo deportivo y económico de un país cuyo individualidad (a la vez torpe y asertiva) ha vivido una racha extensa de fracasos, frente a una sucesión coagulada de éxitos fúnebres. Vivir un dolor que viene fuera de tu país, incluso estando sumergido en calvarios insondables resulta un sentimiento tan confuso como premonitorio, de lo que pudiera estar al doblar de cualquier esquina para el mundo que nos mira con distancia y sabrosura.  

 

Crimen

 

El cine canta una heroica ambivalente en A Perfect World (Eastwood. EUA 1993). Allí Kevin Costner (Butch Haynes) hace el papel de un delincuente y secuestrador, que se convierte en la figura paterna de un niño huérfano, criado y sumergido en la dinámica de los testigos de Jehová. Sin poder celebrar cumpleaños o disfrazarse en Halloween el niño encuentra un resquicio a la realidad rígida que lo circunscribe. Todos sabemos que muchas necesidades infantiles deben guardarse en un maletero, del que algún día saldrán olores descompuestos o deudas sin saldar. Ver ese película es completarse como hombre, al saber que adoptar a un padre es posiblemente la primera elección definitiva que hacemos en la vida.

 

Pero, hablamos de un día cualquier en Venezuela.

 

Ver a un niño y a un adulto robar a un hombre en cámara parece ser el arco final de una historia en donde el amor y la protección parecen una poema tragicómico a dos voces. Nadie puede enseñar otra cosa que no haya vivido. Dos generaciones se hermanan en un atraco como una alegoría de que también hay un alfa y un omega en la pillería y que tan culpable es el descuidado como los que se agazapan para desplumarlo. El hampa aparece como un hogar que entrega técnica y da oficio. Cada cuarto es una enseñanza práctica, ausente de ética, pero que une bajo el amor más oscuro (el que da la confianza y el trabajo en equipo) Es la historia de un hombre fuerte, hacia su tercera edad; y con él un niño que aprende que los golpes bajos también tienen su tino. A la par en campo raso: caballero desdentado y escudero frágil labran una faena tan viciada que le hace perder al crío una protección peligrosa, pero al fin y al cabo amparo único ante la calle y el abismo que es éste mundo, la calle y el abismo que es cualquier mundo.

 

@ortegabrothers

                                


Sunday, July 11, 2021

Curda, rap y videos



Curda, rap y videos

Joaquín Ortega

 

El licor es un lubricante social por excelencia y tal vez el principal responsable de todas las cosas malas -o buenas- que pasan en el mundo. Eso de que tan bueno o malo bueno sea algo depende también del resultado…y sobre todo del registro ante la ley.

 

En tiempos en donde al parecer reírse y rezar son actividades próximas a la clandestinidad, agarrar una pea en video parece ser de las travesuras más inocuas. Por cierto, como todos los excesos –en teoría- los resultados deben ser estrepitosos, pero no sangrientos; y aunque mucho se ha intentado educar y llamar la atención para que la gente beba moderadamente, en el mundo audiovisual quedan variados registros Gore y no tan Gore como testimonio: borrachas en topless que pegan la cabeza contra un anuncio cuando se asoman mucho del descapotable…arabitos bailadores que caen de la mesa al suelo -pero al suelo del edificio cinco pisos abajo- por dárselas de Shakira…gatillos alegres o explosivistas amateur que salpican de tripas inesperadas las fiestas infantiles que pretendían amenizar. Eso sin contar con el humor involuntario de wannabes de trapecistas o volatineros que brincan entre edificios y cornisas -celular en mano- como si fuesen dobles de Daredevil o imitadores de Tom Cruise -quien cuando se fractura las costillas, por lo menos unos cables le sostienen el cuerpecito-

 

Y como una cosa lleva a la otra…hablando de estos temas con un amigo rapero de Los Ángeles concluimos en que estamos a minutos de ver cómo los intoxicados irresponsables demandan a automóviles mal conducidos por ellos mismos…abren causas judiciales a los policías que los arrestan antes de cometer un crimen contra algún amigo idiotizado por la piedra, en una apuesta absurda… o incluso veremos querellas en tribunales demandando a la mismísima ley de gravedad por ser cómo es.

 

Y de las demandas pasamos al dinero. El dialogo entrecortado por los apagones y las constantes llamadas de su esposa latina a poner la mesa nos condujo a revisar el estado y los legados de la industria musical a través de los géneros. Suena a tesis doctoral y todo, pero en resumen la discusión iba acerca de Rap versus el Rock o “el Hip Hop versus el Rock: encadenamientos de valor, cotización, suministro y retail”. De allí extrajimos las siguientes conclusiones y lo cito:

 

Los negros sí generamos empleo y el rockero aunque sea negro termina destruyendo la cadena de valor que fortalece a su género musical. Ahondando en la tesis, pero poniéndola de manera clara:  el rockero después de un show se rasca y se duerme o destruye el cuarto del hotel que ya estaba asegurado para sus niñerías. Luego del show por el contrario, el rapero o el hip hopero inicia un ciclo de actividades que producen riqueza y extienden la cadena de valor. El Hip Hopero tiene amigos que terminan trabajando para sus panas. El rockero tiene empleados que terminan siendo con suerte sus demandantes o demandados. Aquí, de nuevo cito a mi amigo -bisnieto de esclavos e hijo de dos héroes de guerra- : “todo negro del Hip Hop tiene un negro que le trae monte; en paralelo, tiene a mano a otro negro que le trae las putas, y otro negro que trae a otro negro que ya no se droga, para que maneje el carro. Éste otro negro, a su vez trae a otro negro que es un foodie y que trae a tu papá… a quien que no lo has visto  desde que preño a tu mamá y se fue. Y así el primer negro, termina comiendo pollo frito en el carro con un montón de negros, que en unos meses comprarán una canción sobre negros haciendo vainas de negro en la madrugada”.

 

Con un razonamiento tan impecable lo que queda es cerrar con una verdad de pueblo pero universal:  lo malo no es beber si no rascarse y el que rumbea con la barriga vacía termina en el carro de la policía.

 

@ortegabrothers



Wednesday, March 17, 2021

¿Sueño o me sueñan?



¿Sueño o me sueñan?

Joaquín Ortega

 

Cuca, cariño y deudas vienen siempre en el mismo combo

– Mi papá

 

Los viajes en el tiempo son reales… y mucho antes de que se hablara de accidentes cuánticos las paradojas espacio temporales también existían. Por ejemplo, en una elección equis en la vida mi hermano fue a votar; y ya él mismo había metido el voto antes de que llegara a ejercer su derecho. Y no, no es ingenuidad de su parte (o fraude por parte de los miembros de mesa) ¡es que lo habían visto a él!... o a su gemelo, en opinión de los presentes… sufragando con la misma cara de pánfilo y casi vestido igual. Ya haya sido que le bailaran la decisión o que un clon haya aparecido como impostor, una cosa le quedó clara para la vida: la próxima vez que la esposa lo pillara en un cacho, la culpa iba directa para ese doble viajero entre dimensiones.

 

Pero, hablemos del ahora. Viviendo en éste eterno lunes que nos dejó el encierro en pandemia algo queda claro: que el tiempo es tan relativo como la hora en la que te despiertas. Incluso el tiempo no se mide por minutos, horas y días sino por horas perdidas frente a series y películas vistas en streaming. Incluso, la cuenta va en memoria ocupada en el disco duro entre películas y subtítulos bajados y cicatrices en los dedos frente a los video juegos. Es tan loca toda esa incorporación de historias ajenas en nuestra vida sedentaria (y ahora híper higiénica) que se van convirtiendo en reales esas imágenes, y que como recuerdos intrusos invaden nuestros sueños con aventuras exóticas o diálogos prestados.

 

Haga usted el ejercicio de recordar sus últimos tres sueños y seguramente habrán sido colonizados por personajes de Netflix, Disney Plus, quemaditos de confianza o narradores inmóviles de documentales de toda monta y calaña. Los sueños más movidos serán una mezcla de Great Theft Auto o de algún juego en donde la adrenalina, junto a la desconfianza y la ladilla fosilizada se conviertan en células grasas digitales con la cara de Harvey Weinstein. En ese mundo todos somos como los personajes de Among Us mimetizados en alguna versión cutre de apuestas on line, en donde futbolistas muertos y vendedores de frutas con pacas de dólares nos miran con cara de perdona vidas.

 

En esa onda, apueste y gánese usted mismo si no estuvo en éstos meses en una pesadilla tipo El Hoyo… no jugó ajedrez con gente salida de The Gambit Queen… no se despertó cantando una melodía de algún largometraje animado o simplemente, creyó haber discutido en ascensores fantasmales sobre series indigestas y comedias tan malas como los chistes de un compañero de cola de la gasolina. Lo más fuerte de estos días es que uno ya no sabe si lo que discutió acerca del origen del fulano virus o sobre las protestas gringas, sus elecciones y los trending topic de Twitter fue con uno mismo, con alguien por Whatsapp o fue medio dormido… terminando de empatar una pesadilla con otra mientras se entraba al baño en la oscuridad (con una pantufla sí y otra no) dándole vueltas al papel tualé con cuidado, como si fuese una hornilla caliente, encendida solamente por nuestra imaginación.

 

Lo más sórdido de estos días es que uno agradece los líos primitivos de las juntas de condominio, los problemas agropecuarios de falta de agua, la persecución de ofertas médicas, la eterna zanqueadera de comida para que la plata medio alcance, las perennes vigilancias de choros que se meten descalzos en las casas o se defecan por razones brujeriles en los estacionamientos que saquean. En fin, esas pequeñas cosas que nos amenizan la pausa que le pusieron a la película del mundo. Una película en donde todos aparecemos en cada capítulo peor vestidos y como extras no remunerados.

 

@ortegabrothers

 


 

 

 

 

 

 

Thursday, April 16, 2020

Elogio de Carlos Donoso


Elogio de Carlos Donoso
Joaquín Ortega

La leyenda

Cuenta la leyenda que  en tiempos de las invasiones bárbaras San Andrés (para entonces un simple sacerdote en Roma) recibió las órdenes de conducir a unos bárbaros hasta las mayores riquezas de los cristianos. Exigían, tácitamente las riquezas del Vaticano. San Andrés accedió y paseó con los invasores por docenas de calles casi hasta marearlos. Luego de un largo trecho llegó con ellos al lugar más pobre de Roma. Allí dijo, ante la mirada sorprendida de los saqueadores: “Allí están, ellos son. Los pobres de Roma son nuestro más grande tesoro”. Los extranjeros ante el engaño y en venganza decidieron cocinarlo vivo. Una vez más San Andrés, haciendo gala de su humor ácido, luego de largas horas de fuego y tortura llegó a decir: “por favor denme vuelta, que estoy quedando crudo por el otro lado”.

La otra leyenda

Cuenta la leyenda que Carlos Donoso llevaba en su memoria algo así como 326 mil chistes. Dicen que en su programa de VTV hacía comerciales de productos marca Gada y Champú Pú. Señalan los memoriosos que realizó el primer casting para monólogos humorísticos sin censura, después del cierre del restaurante La Guacharaca, a finales de los años 90. Se narra que hizo rutinas humorísticas en los bares más peligrosos de Caracas, solo para probar si la risa no se le borraba a los asistentes, antes de darse cuenta de que ya les habían desvalijado el carro afuera. Cuenta la leyenda que Carlos Donoso fue siempre el más puntual de los invitados y el más caballeroso de los talentos al aire. De todo esto no hay leyenda, porque con gusto debo dar fe. Asimismo, cuentan algunos cómicos, escritores de humor y productores de TV que Carlos Donoso jamás ponía la voz de Kini o Lalo frente al micrófono, a menos que los sostuviera a cada uno en su posición de show. “Los personajes hablan, solo cuando ellos quieren”

El chiste más peligroso del mundo

Incluso me atrevo a decir que Carlos Donoso hizo el chiste más peligroso del mundo: en una manifestación antigubernamental en aquellas multitudinarias marchas antes o después de la botazón de PDVSA por el año 2002 o el 2005, Carlos en tarima, ante una autopista repleta de marchistas dijo algo así como: “Venezuela debe estar feliz porque cuenta con más poder que cualquier otro país del mundo: no olvidemos que Chávez es a la vez… presidente de Venezuela y primera dama de Cuba”. De más está decir, que Carlos estuvo unos cuantos años fuera del país y entraba y salía gracias a la buena estrella que los acompañaba y posiblemente a la absoluta distracción de los censores de entonces.  Inevitable hacer esta retrospectiva y pensar en la  genialidad y en el sentido épico ante tal compromiso de chiste. Inevitablemente tiene uno que compararlo con los chistosos tarifados desde el poder… o los llorones endémicos actuales que pretenden ser traviesos malditos, pero que luego piden perdón como verdugos de caricatura.

Magia y número

Es de muchos sabido que los grandes artistas son casi siempre magos. Ponen en orden distinto el mundo que nos rodea. Por eso lo dibujan con personalidad en su obra para mostrarnos lo que no sabemos descifrar, además nos dan porrazos de obviedad de maneras hermosas y directas. Donoso trabajaba con materiales radioactivos: la vida, la muerte, el dolor, el hambre, el sexo…se metía con las emociones pueriles, con los deseos humanos sin nunca darse aires de superioridad o sabrosura arrabalera. Cada rutina se alimentaba de su ojo crítico sobre las imperfecciones humanas. Dicho está, esa es la materia principal de toda narración, pero en los libretos de Donoso (y que luego interpretaría magistralmente personajes en mano) tomaban un aire de cotidianidad y ligereza que es, en última instancia, el éxito de cualquier rutina de humor.

Donoso bebía vino y era buen conversador. Pegar la tarde con la madrugada con él hacía que se revisaran todos los temas mundanos…sobre todo, durante éste último trecho de su vida empezó a afinar sus dotes matemáticas, uniéndolas a las místicas. El código de la biblia era una lectura a la cual le dimos una buena repasada y revisar las casualidades y trivias sobre el número 11 en eventos catastróficos famosos y no tan famosos era una fija. Viniendo de una de esas tertulias (en una fecha que sumaba 11) y después de darme la cola (evidentemente bien ebrios los dos) Carlos tuvo un choque bastante aparatoso, del cual salió con golpes y una que otra factura. Gracias al rescate oportuno de uno de sus hijos no fue peor la cosa.

Yo que de tantas me había salvado dándomelas de indestructible, tomé el consejo de Carlos cuando hablamos desde la clínica: “cuando bebas nunca le des las llaves del carro a Kini. Mírame ahora, todo chocado por hacerle caso a ese mono putañero”

Carlos y yo quisimos hacer un día un elogio ateo, numerológico y cabalístico de San Andrés. Queríamos que ese bendito jodedor fuese visto como el verdadero santo patrono de los cómicos con material “caliente” o peligroso. Incluso que fuese hasta el protector de los cómicos bisoños en sus bamboleos y fracasos; total siempre hay que darle vuelta al chiste crudo para que el público pueda comerlo sin problema. Ese elogio del jodedor se quedó frío frente al vino y las chistorras de un local caraqueño que vivirá por siempre en algún multiverso. Desde hoy Carlos seguirá escandalizando con más ganas a éste y otros mundos, sentado junto a los grandes de la risa y el humor de todos los tiempos.

@ortegabrothers


Saturday, April 11, 2020

Algunas cosas que no importarán porque el Apocalipsis llegó


Algunas cosas que no importarán porque el Apocalipsis llegó
Joaquín Ortega

Los enchufados y los wannabes se parecen en que lo dañan todo
Las hamburguesas de carrito las convierten en mierdas impagables y ridículamente envueltas con sus foodtrucks lava dólares
Se meten a DJ´s y terminan haciendo de selectors  sin saber mezclar
Se meten en la guerra y no construyen ejércitos ni castillos, sino quintas estilo “NarcDecó” para ellos y sus queridas
Se meten a dizque cómicos y el nivel de los problemas tras el show es el de juntas de padres y representantes, endogamia apellidera y copy paste mal traducido
Su medida del éxito es mostrar los baños y los TV´s de 5 mil pulgadas en los y chats de egresados
Agarran el humor que es la última venganza de los jodidos y lo afeminan
Menos mal que ya estamos en el apocalipsis, porque así no se puede, mana

#NoMásAnísParfavar

Saturday, February 22, 2020

Parasite: cuando todos somos víctimas (Bong Jon-Hoo. Corea, 2019)


 

 Parasite: cuando todos somos víctimas  (Bong Jon- Hoo, Corea. 2019) 
Joaquín Ortega

“Los pájaros escuchan de día y las ratas lo hacen de noche”, así  reza un antiguo proverbio coreano que parece reflejar el espíritu de una nueva filmografía atenta al pulso terrible y seco de los tiempos que corren. Ese dicho pareciera advertirnos que estamos siendo vigilados un gran espectro invisible, conformado por el resto de las fuerzas vivas del universo.
MIRADA CÍNICA
Mucho cinismo, una tenaz precisión arquetípica y una serena disciplina narrativa describen a grandes rasgos la mirada de Bong Jon- Hoo. Ganar el premio de la Academia norteamericana con una película que conversa cómodamente con la literatura y cine universal  (y en especial latinoamericana e iberoamericana) es algo que no debemos dejar pasar por alto. El argumento está construido a base de bloques que se engranan limpiamente: una casa, unos dueños, unos inquilinos, una estrategia de ir tomando espacios y desplazando protagonistas.  Poco a poco, el infiltrado y el trenzado de las decisiones de los personajes nos llevan hasta caminos inesperados y giros de trama sorpresivos y ejemplarizantes.  
INFLUENCIAS LITERARIAS Y FÍLMICAS: CORTAZAR, BUÑUEL Y HIGHSMITH
Cuentos como la Casa tomada (1947) de Julio Cortázar, novelas como The Talented Mr. Ripley (1955) de Patricia Highsmith, llevada al cine en dos versiones memorables, primero por René Clément (1960) y luego por Anthony Minghella (1999) prefiguran la atmosfera opresiva y las psicopatías de imitadores enfermizos, de aquellos seres desesperados que roban personalidades y se vuelven el otro al que aman, pero que al final del día, deben ser eliminados para no dejar los rastros de la impostura. Sin duda, la principal influencia que se refleja en el film de Bong Jon-Hoo es la de la trilogía de la cotidianidad moderna de Luis Buñuel: Viridiana (1961), La vía láctea (1969) y El discreto encanto de la burguesía (1972). Es en esa doble conexión entre el mundo exterior de las apariencias y el mundo interior de los vicios donde late el corazón del conflicto entre el talento y el ascenso social real.  La búsqueda de superación choca contra la doble pared conformada por la nacionalidad, el sexo, la raza, la religión, el dinero y ahora la tecnología. Estéticamente esa disparidad (casi que estamental) impide la superación por el mérito y el trabajo esforzado, haciendo que explote en la cara del espectador una sucesión de abusos, pero también de complejos que son tanto más envidia que instinto de superación. La metáfora visual nos va abriendo las capas para ir descifrando, casi que psicoanalíticamente dónde empieza el inframundo de las pulsiones y dónde vive la racionalidad que reprime tanto a la furia, como a los apetitos contenidos en los cuerpos.  
LA PUESTA EN ESCENA
La puesta en escena es minimalista a ratos, claustrofóbica en otros momentos, paisajista y estética con líneas modernas… robusta en materiales flexibles y frescos (clave es el uso de la madera, de los cristales, de los ventanales y las escaleras) que ligan con las historias individuales o corales. Los espacios son también un manifiesto de cultura visual del director, entre los cuales figuran movimientos de cámara y escenarios a lo Alfred Hitchcock, a lo Jean-Luc Godard, a lo Brian De Palma y a lo Steven Spielberg. Incluso contemporáneos brillantes como Alexander Payne, Yorgos Lanthimos y Ari Aster desde el lado más occidental o compatriotas como Park Chan-wook, Hong Sang-soo o Na Hong-jin del lado asiático.
ALGUNAS DE SUS OBRAS
El crecimiento de su narrativa audiovisual ha sido constante y robusto: Barking Dogs Never Bite (2000), Memories Of Murder (2003), The Host (2006), Mother (2009), Snowpiercer (2013), Okja (2017)  muestran un cine elástico y expresivo que conjuga géneros y temáticas contemporáneas: control de natalidad, locura y hacinamiento, adaptabilidad social, los límites de la modificación genética, el abuso de la propaganda política y los clásicos dramas del hombre contra la naturaleza…o el mundo exterior contra el espacio íntimo de las personas.
FÁBULA DE LOS MIEDOS
En Parasite el espectador se enfrenta a un fábula visual y física. Parece redundante, pero la arquitectura emocional es evidente ya que cada pasaje, cada cuarto, cada lugar para la observación o el escondrijo sirven para revelar psicologías y agendas dobles. Con los giros de trama, poco queda para la narración tradicional. Cada cambio de juego engarza a los personajes en sus propias costuras sociales, pero sobre todo biográficas Al parecer, todos son incapaces de abrir los ojos, incluso cuando ya es demasiado tarde. Estamos frente a una película que habla de la persistencia necia en el error.
Una sucesión de miedos, trampas y ambiciones cruzan de arriba abajo ésta tragicomedia que nos mueve del dolor a la risa, circula por el suspenso, redescubre la crónica y se instala en nuestros sentidos desde un recelo irreal pero posible. Parasite es del tipo de obras de arte que despierta una voz asfixiada dentro de nuestra cabeza y que dice: “eso pudiera pasarme a mí”.

@ortegabrothers


Sunday, November 11, 2018

Overlord: Nazi que no mate gente, no quiere a su mamá



Overlord. La peli que te recuerda que “Nazi que no mate gente, no quiere a su mamá”
Joaquín Ortega

Todos queremos fantasear con el mal histórico, ser parte del sobrediseño de las calamidades y los horrores. ¿Será por eso que la mayoría de los escritores le buscan una quinta pata al gato…o se imaginan, desde la ficción, una docena de horrores sobrenaturales adicionales a una tragedia natural?

En el caso de Overlord (Julius Avery. EUA2018) se unen una serie de lugares comunes del sub género conocido como el Naziexplotaiton; lleva la mezcla un poco del cómic, texturas del Gore, temporalidades de las ucronías y mucho del cine Giallo italiano. La mezcla, al final no es material para dar un aplauso de pie, puesto que su alcance es edulcorado, pero sin duda entretiene. A los bemoles. Por ejemplo, si fuese dirigida para un público mayor edad -y con exigencias claras como el sadismo explícito o ciertos desnudos artísticos- habría sido ineludible que se convirtiera en una película de culto; esto es, en una historia a la cual podemos adorar más allá del tiempo y de las críticas en contra.  Pero con mucha tristeza, el film se debate entre ser una conversación de pasillo entre Captain America (Joe Johnston. EUA, 2011), Saving Private Ryan (Steven Spielberg. EUA, 1998), Heavy Metal (Gerald Potterton. EUA, 1981) e Inglorious Basterds (Quentin Tarantio. EUA, 2009)

La trama es sencilla: el famoso día del desembarco en Normandía en 1944 las fuerzas aliadas necesitan neutralizar una torre de control que interfiere en las comunicaciones del bando de los buenos. Tras una sucesión de interferencias mortales, prácticamente un batallón queda reducido a un pequeño grupo de no tan valientes soldados. Poco a poco, comienzan a aparecer rasgos de un mal más allá de lo humano. Rostros prácticamente desconocidos para el público llevan adelante la historia con bastante competencia. La edición y el color nunca desencajan al observador y -con mucha discreción y poca prisa- nos llevan de una película de guerra, a un centro de tortura con presencia de drogas experimentales, sadismo bajo, golpes, tumbos y personajes que van y vienen de la muerte.

Particularmente bella y talentosa resulta la aparición de Chloè -Mathilde Olivier- una francesa atrapada en una pesadilla aldeana, un poco más enmarañada que la guerra misma. La presencia de Jovan Adepo -quien interpreta al Soldado Boyce- es quien salva el día y permite ser quien lleve la historia hacia otros lugares, a los cuales los personajes de reparto no pueden llegar; no porque no puedan, sino porque el libreto los condena a otros lugares más allá del castillo, los bosques o los pasadizos secretos. Quedan por fuera ciertos hilos que cortar y seguramente –si la taquilla cubre los costos de inversión- veremos una o dos historias más vinculadas a la película original: el pasado en el entrenamiento de los soldados, Boyce y sus orígenes vudú -vía su abuela haitiana- Incluso, sería interesante saber algo más del Sargento Eldson                -Bokeem Wodbine- quien logra construir toda la psicología, amén del tono y modo de un divertido, mal portado y ocurrente hombre de armas, perfecto para habitar el  universo que éste tipo de aventuras exigen.

@ortegabrothers